

Es muy probable que se suela pensar que antes de comenzar a hacer ejercicio es necesario
contar con un certificado médico de aptitud física. Sin embargo, investigaciones como el
Consenso publicado en el British Journal of Sports Medicine (Reid et al., 2022) muestran
que esta práctica, más allá de sus buenas intenciones, no siempre es necesaria y en muchos
casos puede transformarse en una barrera que desincentiva la actividad física,
especialmente en quienes más la necesitan.
Así mismo, evidencia publicada en instituciones como el Colegio Americano de Medicina
del Deporte (Riebe et al., 2015) muestran que el ejercicio físico es seguro para la gran
mayoría de las personas. Ya que el riesgo de un evento adverso grave asociado a la práctica
de ejercicio físico es extremadamente bajo, mientras que los efectos del sedentarismo sobre
la salud son ampliamente perjudiciales.
En personas sanas y sin síntomas, que comienzan con la práctica de ejercicio físico no es
necesario un certificado médico previo. En cambio, quienes refieran o presenten
enfermedades cardiovasculares, metabólicas, o síntomas como dolor torácico, mareos o
dificultad respiratoria inusual, sí sería prudente y aconsejable consultar con un
profesional de la salud.
Una herramienta simple: El “Cuestionario PAR-Q”
Para orientar esta decisión existe una herramienta breve y validada: el cuestionario PAR-Q
(Physical Activity Readiness Questionnaire), actualmente en su versión actualizada PAR-
Q+ Con sólo unas preguntas básicas, ayuda a identificar si se requiere una valoración médica
antes de comenzar.
Si todas las respuestas son “no”, la persona puede iniciar ejercicio sin problemas; si alguna
es “sí”, se sugiere una consulta previa. Es una manera segura, accesible y basada en evidencia
de promover la actividad física sin generar trabas innecesarias.Las barreras del certificado médico.
Exigir un certificado médico de forma generalizada genera barreras reales y diversas:
• Burocráticas, al añadir trámites y requisitos antes de comenzar.
• Económicas, por el costo de consultas o exámenes innecesarios.
• Psicológicas, al transmitir la idea de que hacer ejercicio es riesgoso o requiere
“autorización”.
• Sociales, porque afecta más a quienes tienen menor acceso a servicios de salud.
• De tiempo, al demorar el inicio de la actividad física y fomentar la postergación.
El resultado es paradójico: una medida pensada para cuidar la salud puede terminar
impidiendo que las personas se muevan, perpetuando el sedentarismo y sus consecuencias.
Promover el movimiento, no restringirlo.
El ejercicio es un comportamiento humano que depende de decisiones, hábitos y contextos.
Por eso, las políticas y prácticas vinculadas al ejercicio deben facilitar el movimiento, y no
ser una barrera innecesaria.
Promover herramientas simples como el “Cuestionario PAR-Q” y reservar la evaluación
médica para los casos que realmente lo requieren es una estrategia coherente relacionada con
el cuidado de la salud y la promoción de la práctica de ejercicio físico.
En definitiva, la mayoría de las personas puede comenzar a moverse sin un certificado
médico previo. Lo importante es hacerlo de forma progresiva y con adherencia
Escrito por Eugenio Fierro