martes 10 de junio de 2025 - Edición Nº344

Locales | 21 abr 2025

Vecino de Libertador San Martín compartió parte de su infancia con el Loco Gatti, recientemente fallecido

“El encargado del predio del Club Recreativo Libertador rememora los picados que jugaba de chico con Hugo Gatti, en la quinta del arquero en San Isidro.”


Claudio González, electricista y actual encargado del predio del Club Recreativo Libertador, compartió con este medio una historia entrañable que lo une con una de las máximas leyendas del fútbol argentino: Hugo Orlando "el Loco" Gatti, quien falleció recientemente

A fines de los años 80, cuando Claudio aún cursaba la primaria, vivía una experiencia que con el tiempo se volvió un verdadero tesoro: jugar picados en la quinta del Loco Gatti, ubicada en San Isidro, provincia de Buenos Aires. La casa del arquero estaba justo frente a la escuela de Claudio, sobre la autopista de acceso Tigre.

Su padre, Luis González, trabajaba como jardinero en la propiedad del exarquero de Boca Juniors. Claudio lo acompañaba en ocasiones para ayudarlo, y fue así como comenzaron aquellos inolvidables encuentros informales de fútbol. “El Loco no estaba siempre, ya que entre semana vivía en un departamento en Capital, pero cuando estaba, armaban picaditos con los que estuvieran presentes: el jardinero, el pintor, el encargado de la pileta… y por supuesto, nosotros”, recuerda Claudio.

Los encuentros eran compartidos también con los hijos de Gatti, Fede y Lucas, con quienes Claudio entabló una gran amistad. “Los tres le pateábamos al arco al ídolo de Boca… pero nunca le podíamos hacer un gol. Ni siquiera sus propios hijos”, cuenta entre risas. “La experiencia de haber compartido con él esos momentos tomó mucho valor con el paso del tiempo.”

El Loco Gatti, con su carisma y humildad, se ganó el cariño de todos. “Era sencillo, alegre, y nos quería mucho. Nos alentaba siempre a seguir jugando al fútbol”, señala. Claudio recuerda incluso cómo su papá le avisaba si ese día estaría Gatti para que llevara ropa de fútbol debajo del uniforme escolar.

Aunque en esos años era muy difícil conseguir camisetas o recuerdos, Gatti logró en alguna ocasión regalarles una pelota Tango original de los entrenamientos. “Era un lujo”, afirma Claudio.

Las fotos que conserva de aquella época muestran claramente el valor de esos días: una de él con la camiseta de Boca junto al Loco Gatti, y otra de su padre junto a la piscina de la casa. “Tal vez los más jóvenes no lo entiendan, pero en esa época Gatti era tan querido como hoy lo es el Dibu Martínez”, reflexiona.

Luis González, su padre, falleció hace apenas dos semanas, casi al mismo tiempo que Gatti. Revisando viejas fotos, Claudio no pudo evitar emocionarse. “Fue un privilegio haber compartido todo eso. Mi viejo, con la confianza que inspiraba, nos abrió la puerta para conocer a una leyenda. El Loco era una máquina de decir cosas divertidas y de alentarte siempre.”

El relato también rescata cómo Gatti contaba sus hazañas con Boca, como si se tratara de simples anécdotas de barrio, aunque hablaba de ganar la Copa Libertadores y la Intercontinental en Alemania.

Con el tiempo, la familia González se mudó a Corrientes, Gatti se retiró del fútbol, y el contacto se perdió. “No había redes sociales como ahora, así que era más difícil mantenerse en contacto”, explica Claudio. A pesar de ello, guarda con alegría esos recuerdos imborrables.

“Fue una alegría haber conocido a este enfermo del fútbol argentino, ídolo del club y leyenda viva de Boca”, concluye emocionado

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